Nos conocimos de una manera moderna y poco tradicional... podríamos decir que nos presentó un amigo digital. Ya sabéis, ese que desliza hacia un lado o hacia otro. ¡Y hubo MATCH!
En nuestra primera cita, entre croquetas y alguna que otra copa, ya pudimos comprobar que había algo diferente, algo que nos hacía estar muy cómodos el uno con el otro.
Esa noche, entre risas y miradas, Marcos tenía un secreto bajo la manga: en dos meses se iba a vivir a Suiza. Lo dejó caer casualmente, como quien cuenta que se va a comprar el pan, pero Mireia se dejó llevar, a pesar de tener el amago de querer salir corriendo.
Fueron unos meses en el que los aeropuertos fueron nuestra segunda casa. Unos meses en los que la distancia hizo fortalecer, todavía más, nuestra relación. Y, después de tanto viaje, Mireia decidió que era hora de dejar las maletas y mudarse a Suiza con él, con todo lo que eso implicaba.
Y ahora, aquí estamos, en Suiza, construyendo nuestro día a día, y sabiendo que queremos pasar el resto de nuestra vida juntos.